lunes, 27 de agosto de 2007

El velorio de doña Chabela (ejercicio 1)

José Ángel Hernández R./Enfoques sociológicos de la investigación/Lectura 1/27 de agosto 2007/

Respuestas del ejercicio 1

El velorio de doña Chabela
La suegra de Magda se llamaba Chabela, el marido de la primera era el carpintero Apolinar, por supuesto hijo de la difunta en cuestión.
En el barrio de Santa María de la Ciudad de México, en una vecindad específicamente se sucede el relato.
La ambulancia con el cuerpo de doña Chabela tuvo como destino el Hospital Juárez.
Apolinar empeñó sus herramientas y un motor eléctrico de una máquina de su taller de carpintería para no quedar mal con la tradición y ofrecer viandas y bebidas alcohólicas a los acompañantes del velorio.
Un vecino que permaneció callado casi toda la velada estrelló su guitarra sobre el féretro y maldijo a la difuntita, por ello se ganó la tarjeta roja del lugar.
De forma tragicómica cierra la historia: Apolinar y su esposa van a parar al puesto de socorros con quemaduras de consideración, pero con el orgullo intacto pues lograron prenderle fuego a los restos de doña Chabela, antes que entregarlos a los servicios funerarios y la policía.
Considero que más que una lección como las que ofrecen las fábulas clásicas, el texto de Pere Calders es una instantánea de la capital de nuestro país.
Apolinar y Magda bien podrían ser cualquier matrimonio mexicano que conforma la clase bajar mexicana.
El deseo de defender a muerte el único episodio de popularidad que la vida les ofreció ante su barrio tras la muerte de Chabela, (él con su magnífica construcción de la capilla ardiente y ella como la “dueña de la casa”), bien valió las heridas que les dejó el incendio que ellos mismos provocaron.
Inmolarse simbólicamente fue, para los protagonistas, tanto así como conmoverse por lo adverso y su entereza de cumplir con el “sagrado” mandato de sus costumbres y ritos fúnebres.
José Ángel Hernández R./Enfoques sociológicos de la investigación/Lectura 1/27 de agosto 2007/

No hay comentarios: