Esta concepción, no obstante, ha hecho ver fácil y ligero su estudio. Al parecer, todos tenemos una ‘intuición’ del cómo funciona un organismo; regularmente, es la explicación que no hay quien no la dé en tal o cual teoría.
En efecto, la sociedad se puede estudiar de ese modo; pero, sin embargo, muy pocos la ven como lo que es, un organismo sui generis.
La comunidad científica –y no científica también- se encuentra en la postura del “¡ya chole!” con tales teorías.
Esos fenómenos de distribución por reacción de diferentes elementos de un organismo han suscitado la creación de una disciplina científica, es decir, la fisiología.
A ésta, aunque no ha llegado a su máximo esplendor, se le ha perdido interés.
Así, en la actualidad, a pesar de los avances en el ámbito de la medicina, no se ha comprendido completamente la fisiología de algunas patologías, como el cáncer, por ejemplo: aún son ambiguas sus etiologías.
Aquí comparo la fisiología del cuerpo humano como si fuera una sociología antropoide.
Sí, así es, como percibo y comento, parece que el desinterés a la fisiología social es un obstáculo a su desarrollo. Esa “anomia” –usando, no propiamente dicho, este término de Durkheim-, o –usando un término de una disciplina espléndida (psiquiatría)- anhedonia, que es la pérdida de interés y placer, hacia la esencia de la sociología, es la evidencia de que no se ha entendido el qué es la sociedad.
Y es que la sociología, en sí, es fisiología; estudia la fisiología de la sociedad.
Ahora, quiero emplear de otra manera la palabra ‘intuición’: pocos en la historia han tenido una verdadera intuición.
Émile Durkheim es un ejemplo de lo que precede; los sociólogos anteriores a él, iban a ciegas sin saber qué buscar. Durkheim fue quien creó un sólido ‘suelo teórico’, en el cual, hoy, el científico social pisa y se sostiene metafóricamente.
Este sociólogo francés circunscribió el objeto de estudio para una logia que no la percibía. El por qué de su tardío avance es, no cabe duda, porque el sociólogo estudia lo más complejo que pueda haber: la sociedad que no deja de cambiar.
Mas, hay un substrato de ésta que no cambia; de lo contrario, desaparecería. Ese substrato es lo que se debe rastrear; esto último es esa fuerza que cohesiona. Empero, aunque el actual estudiante de sociología es epígono de Durkheim –así como el pensador francés lo fue de Comte-, la frase “estudiar los hechos sociales como cosas”, es una frase vacía y sin sentido al intentar entender la sociedad.
Lejos de hablar de un enfoque o, quizás, de un paradigma, trato de darme a entender sobre la importancia de una sociología poseedora de una nomenclatura única y sin incertidumbres. Hablar de un enfoque o paradigma es hablar de la observación de una parte de la realidad.
Entonces, finalizando, nuestro deber como próximos científicos sociales es dejar una sociología más depurada y precisa a las siguientes generaciones o, tal vez, quienes sean nuestros epígonos en un futuro.
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